lunes, 12 de septiembre de 2016

“LA CASONA” SERÁ DECLARADA PATRIMONIO CULTURAL DE SANTA CRUZ; AUTORIDADES DE LA PROVINCIA SARA ESTUVIERON EN “CUATRO OJOS”


La selva silenciosa y el bramar del tigre, era la compañía de quienes trajinaban los caminos de la antigua ruta al Beni por el puerto de Cuatro Ojos, así partieron 30 jinetes desde Rincón de Palometas hasta “La Casona” un lugar con mucha historia, leyendas e ingreso a la Amazonía, cuya importancia marcó parte del desarrollo cruceño, pues fue el único puerto navegable que tuvo Santa Cruz.

Fue en este lugar donde el sábado 10 de septiembre se dio inicio a lo que será la cabalgata de cada año para llegar a la fachada que fue en algún momento fue símbolo de una prospera población que unía las misiones de Moxos con Santa Rosa y buena vista; la zona muy rica en historia tendrá la misión de rememorar a aquellas personas que a lomo de caballo se desplazaban muchos kilómetros para llegar a destino. El recorrido partirá de Rincón de Palometas pasando por Palo Escrito, El Paúro, Potrero hasta llegar a “La Casona” lugar de encuentro y confraternización en donde se pretende hacer un museo con la ayuda de las autoridades municipales de Santa Rosa y la provincia Sara. Este compromiso fue asumido por el edil de Santa Rosa, José María Tayarapo Saucedo y el sub gobernador de la provincia Juan Carlos Parada. Ambas autoridades comprometieron toda la predisposición de hacer las gestiones correspondientes ante el nivel municipal y departamental, para que primero “La Casona” sea declarada patrimonio cultural de la provincia Sara y también departamental. “Hay que darle la importancia dentro de la historia ganada a este lugar, nosotros como concejo municipal vamos a elaborar un proyecto de ley que declare a esta zona como patrimonio cultural de la provincia; rememorar la vivencia de antaño no es solo responsabilidad nuestra, sino más bien en una obligación como autoridades, para que nuestra generación actual y venidera conozca de cerca la importancia que tuvo este puerto de conexión con la Amazonía y con el mundo” Señaló. 

En la oportunidad se hizo mención a la presencia del gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, ya que su presencia según los organizadores, hubiese sido vital para que también se pueda inyectar recursos económicos, justamente para que el ingreso a esta zona tenga la fluidez necesaria y comodidad para los visitantes.

El nivel de organización fue llevado a cabalidad por parte de Silverio Vera, Silvio Nogales y pobladores de la zona aledañas del Distrito 2, poniendo lo mejor de sí para dar la bienvenida a los jinetes que partieron a las 7 de la mañana y llegaron a las 12 del día. Petardos, música, sucumbé y palabras emotivas fue el recibimiento que recibieron los 30 jinetes que desde lejos hicieron flamear la verde blanco y verde y la tricolor nacional.

El puerto que se creó en 1840 y declinó en 1912 con la caída de la producción de goma
Tendrá los honores año a año, pues se pretende que la afluencia de visitantes y turistas de Santa Cruz y el país participen del recorrido y conozcan más de la historia y de la importancia del puerto de Cuatro Ojos, además del museo de “La Casona” como muestra intangible de lo que el tiempo aún conserva.

PARA SABER:

José Méndez “El camba tabaquero” le dio realce al acontecimiento con estrofas dedicadas al Puerto de Cuatro Ojos y al camba Florencio. 

Los viajeros que hace ocho décadas debían embarcarse, seguían una ruta diferente a la de los camiones. Pasaban a ritmo de buey cerca del río Asubicito, luego Santa Rosa del Sara, Palometas y Asubí Grande. Sesenta kilómetros de selva debían atravesar los carretoneros. Cada jornada terminaba con el misterioso canto del guajojó, que aún se oye cerca del río Palacio, que va a sumar su riqueza de peces al ya cargado Piraí a varios kilómetros de Cuatro Ojos.

Durante las primeras décadas de la era republicana se formó el pueblo. Hacia finales del siglo XIX o comienzos del XX, llegó un francés de ascendencia suiza e italiana: José Sciaroni Conil. Este francés vio el mayor esplendor del puerto. Tenía 2.500 habitantes, cuatro tiendas comerciales, oficina de telégrafo y correo. Por supuesto, se construían batelones (barcazas de regular tamaño) y lanchas. Los productos de Santa Cruz llegaban hasta Mojos y terminaban en las barracas donde los sueños de los siringueros se apelmazaban como la hevea brasiliensis que explotaban. Arroz, charque, maíz y azúcar llegaban hasta esas remotas regiones. Antes de Sciaroni, se lo conocía como Puerto de los Collas, porque vivía por la zona un señor Mostajo, a quien el francés compró una parcela, animado por Nicolás Suárez, el magnate de la goma, a quien había conocido en Argentina. El amor de Carmen Durán Medina, con quien tuvo nueve hijas y un hijo, lo arraigó para siempre en las tierras que domina el inconstante Piraí.